DONDE HUBO, HAY.
Y llegó como llega siempre, vino sin hacer ruido, en ese incesante paso del tiempo, en ese ordenado ir y venir de estaciones en el reloj de la memoria , vino como llega siempre, a hurtadillas entre los pliegues de las horas, sin elevar el tono más allá de una leve melodía que suena de fondo, el telón sobre el que se representa la obra de la vida, el engranaje de responsabilidades entre las que sin darnos cuenta vamos intercalando los suspiros de la fe.
En ese tumulto agotador del día a día, se fue deshojando el calendario, embebidos en una patina de letargo, de morriña después de un almuerzo cuando el sol desparrama sus rayos por el cuerpo y te despoja lentamente de los anclajes con este mundo para sucumbir a sus encantos oníricos, así, si terminar de creer que llegarían estos días y ya están aquí llamando a las puertas de la ciudad.
El portón de la ciudad se quedó entreabierto y ahí sigue, encallado en el tiempo, con ese medio bostezo en el que se enfrió hace un año, cuando el tiempo se detuvo, con sus bisagras agarradas a una esperanza que nunca debe faltarnos, paciente esperando la orden soñada de abrirle sus hojas a la cofradía. Por esa abertura de realidades a medias y nueva normalidad, por esa rendija se fue colando la primavera, el cielo ardiendo cada vez más tarde, el reventón de las flores, los niños corriendo en los parques , el olor a incienso en los mayores , a miel en los mostradores, la semana de pasión…
Semana de pasión, que se ha convertido en el mal sueño de cualquier marinero, la calma chicha oceánica que te tortura con su quietud, quizás, nosotros seamos ese barco que no se mueve, anhelando los vientos del Levante y del Poniente. Qué tranquilidad más desesperante ¿no?, que cambiado está todo…
Donde había ruido ,hay silencio, donde había bullicio, calma, donde los relevos, papel en blanco, donde las mudás, la quietud sobre el mármol, donde el revuelo de casa de hermandad, el silente vacío.
Donde las noches, tardes .¿Y dónde están mis madrugadas?. Donde la música, mudas las claves, donde las probabilidades, la absoluta indiferencia, donde hubo filas de capas nazarenas ahora, filas de mascarillas y distancia de seguridad. Donde los trajes planchados, perchas vacías.
¿Dónde quedaron los escalofríos de las vísperas recorriéndote el cuerpo?. Donde las ilusiones, hay memoria , donde los vértigos…nada.
Qué raro se hace todo cuando te quedas sin medirle el pulso a las emociones, sin tomarle la distancia a los nervios y el cuadro clínico no tiende a mejoría , aún tendrán que llegar los días del gozo, atípicos, pero del gozo. Las puertas de los santuarios serán testigos de muchas emociones, no se escondan, no se avergüencen de que en sus adentros les falte algo, nosotros entendemos a Dios así con todos esos ingredientes sustentando la receta de la Fe, no es una encrucijada disyuntiva entre la Semana Santa de los templos o la de la calle, entre la teología teórica o la empírica que manifestamos cada primavera, es la suma de ambas, la conjunción única de las dos caras de una misma moneda que solo entendemos los que vivimos en esta tierra delimitada por el paralelo de la alegría.
Vuelve un año más, de eso no olvidarse, que venir ,vendrá, pero diferente, sin su mitad que la complementa, que la hace tan particular, tan peculiar, tan de barrio o tan de centro.
En su ausencia solo nos queda una cosa, la esperanza, que es la única luz que permanece cuando todo se apaga.
Vuelve un año más, de eso no olvidarse, que venir ,vendrá, pero diferente…Qué diferente, chiquillo.
Jesús Luque Caparros. Marzo de 2021