GLOSA CARTEL LA LÍNEA COFRADE 2019
El cartel este año de La Línea Cofrade recoge los momentos previos a salida de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder de la Iglesia de Santa Cruz de Cádiz para formar parte del viacrucis diocesano que se tuvo lugar en esa ciudad el 7 de julio del año pasado para conmemorar el 750 aniversario del traslado de la sede episcopal de Medina Sidonia a la capital de nuestra Provincia.
En el podemos apreciar como la luz gaditana se cuela e ilumina el Paso del Señor momentos antes de la salida. Momentos intensos que quedarán en el recuerdo de todos los que lo disfrutaron…y yo me pregunto ¿Qué sentiría Cádiz al tenerlo allí? ¿Qué palabras le hubiera dedicado a nuestro Cristo linense?
“Soy la Claridad salada
soy la abuela de Occidente,
cuna de la libertad.
Y Rosario del creyente.
Soy la tacita de plata
La gracia de mil requiebros
La tierra que sabe a mar
Donde el Levante es imperio”.
Soy la claridad salada que una tarde de verano sintió que ésta se apagaba, sintió que su resplandor apenas se reflejaba.
Sintió que su brillo era eclipsado en un instante y sus dorados matices se tornaban por momentos en un morado destello símbolo del sufrimiento.
Ya mi Madre allí en la Palma, me susurró su presencia, su Hijo la visitaba antes de la penitencia, para rendir pleitesía a la Reina gaditana aquella que me salvara de sucumbir al desastre, cuando se oyó en la plazuela el grito de “Hasta aquí Madre”.
La luz se encontró a la LUZ en una tarde salada donde el murmullo de gentes acunaba en dulce espera al mejor de los “nacíos” que iba a salir por la puerta. En un momento distinto ajeno a la primavera que es la época que Dios aprovecha a su manera “pa” darse su paseíto por mi tierra caletera.
Y desde el Campo del Sur mi claridad hizo mella buscando como besarle la túnica que ya estrena, revirando callejuelas mis fulgores lo buscaron en una plaza coqueta y muy cerquita lo hallaron en la iglesia que antes fuera catedral de mi reinado donde su Cruz se venera.
Y conseguí traspasar las ventanas de esa casa y así pude acariciar con mi claridad su estampa, piadosa estampa que carga con la cruz de nuestras faltas.
La luz encontró la LUZ y yo perdí la batalla…
No hay quien pueda competir con la bella filigrana que dibuja tu perfil ya sea noche o madrugada. No hay quien pueda resaltar como lo hace tu figura que irradia la majestad y la gracia de tu hechura.
Callada quedó la mar extrañada del silencio, ¿Quién podría deslumbrar la claridad de mi feudo?
Pero yo hablar no podía, mi osadía quedó en suspenso. Embobado en tu prodigio hasta enmudeció mi ingenio. Lo encontró mi resplandor admirable todo ÉL, grandioso en su pequeñez, excelso en su levedad, glorioso en su sencillez, orgulloso en su modestia, soberbio en su timidez, sublime sin doler prendas y en su humildad, sólo ÉL.
Y junto a Él sus hermanos, esos que nunca lo dejan. Que por tenerlo arropado lo siguen y lo acompañan donde Él mande, donde Él quiera, donde sea que recale su bendita y dulce senda.
Miradas que en Él se posan para contarle una pena, para pedir, para hablarle, para sentirlo más cerca.
Una lágrima que escapa al recordar el sendero que lo trajo hasta mi Reino después de muchos desvelos.
Un corazón que palpita al ritmo de una corneta. Unas manos de madera agarradas al madero de la Vera cruz de Cristo que es la Verdad verdadera.
El aire que puede verse porque hasta un lienzo asemeja y la brisa pinceladas que da el calor de la cera. La esencia del Sur del Sur que por aquí se recrea.
La túnica que bordada lleva la fe de mi tierra. Y ese izquierdo que adelanta a Cristo de penitencia. Las potencias que demuestran lo grande de su realeza.
Un andar que se adivina y que con casta lo lleva.
Los ciriales que proclaman que su presencia se acerca, acólitos que enmarañan volutas de pura esencia, el pertiguero que porta la vara que lo sustenta. ..
Todo esto y mucho más, pude ver en mi ceguera….
Soy la Claridad salada, la salada claridad… que en julio quedó cegada por una luz más preclara que no sale de los mares, no sale de la mañana, no sale de entre las nubes, ni de una hermosa mirada. No sale de una sonrisa, ni sale de aquella lágrima, ni sale del corazón, ni de las manos talladas. Tampoco sale del aire ni la brisa gaditana, ni del sur de su rincón, ni de túnicas bordadas ni siquiera de la esencia del izquierdo por delante, no sale de sus potencias, ni de su andar que es de arte. Ni sale de los fervores de los que van junto a Él. No sale de los ciriales, ni de sus cuatro faroles, ni de tulipas doradas o los claveles del monte, que la luz sale de Él, de la gloria que Él desprende, de su nombre y de su ser porque hasta Cádiz se apaga ante tu luz GRAN PODER.
Marta Gutiérrez Rosado