Manuel Lopez Farfan

Manuel López Farfán nace en Sevilla, en el popular barrio de San Bernardo, en 1872. Estudió música en el Hogar de San Fernando. Ingresó en la charanga del Batallón de Cazadores de Cataluña Nº 1, llegando a participar en la Guerra de Cuba y en la de Melilla.

La primera marcha compuesta por López Farfán no está dedicada, curiosamente, a ninguna imagen, sino a Leonor Navarro, madre de su maestro de música. Se titula “En mi amargura” y está firmada en Córdoba en 1896. Sin embargo, procedió a cambiar su título por el de “El Cristo de la Exaltación” en 1906.

En 1899 compone “Esperanza”, una dulce marcha inspirada en la Esperanza Macarena, aunque oficialmente no está dedicada. Es de esquema simple, bellas melodías y conseguidos contrapuntos: una introducción, primer tema, segundo tema, una recapitulación del primer tema y el trío, que se repite.

Desde muy joven pertenece a diferentes regimientos. En 1903 ingresa en el Regimiento Granada nº 34, con sede en Sevilla, donde obtiene el título de músico mayor.

Durante su estancia en dicho Regimiento (hasta 1907) compondrá algunas marchas. En 1904 da a luz a “Spes nostra”, esta vez sí dedicada oficialmente a la Virgen de San Gil. Incluso cedió los derechos a la Hermandad, tal como puede leerse en la portada de la partitura original. Con respecto al esquema musical guarda la misma línea que “Esperanza” y todo lo que va a componer durante estos años, aunque ya en “Spes nostra” hace una nueva aportación al género, y no es otra cosa que una saeta que, según la partitura, debía ser tocada por un fliscorno desde el extremo de la Banda.

En 1907 estrena dos composiciones más: “Al Santísimo de la Exaltación” y “Al Santísimo Cristo del Amor”, también muy bellas y de estructuras similares a las anteriores, muy clásicas. Asimismo, parece ser que ese mismo año compuso otra marcha titulada “La Virgen del Linarejo”. Lamentablemente sus partituras no se conservan, por lo que desconocemos a qué imagen fue dedicada.

En 1913, ya en el Regimiento de la Reina nº 2 de Córdoba, y continuando con la tradición que le precedía, procedió a adaptar la marcha fúnebre de Sigfrido, de la ópera “El Ocaso de los Dioses” de Richard Wagner, para que fuera posible interpretarla en los desfiles procesionales. Con dicha banda llegó a acompañar a varias cofradías de Sevilla.

En 1919 regresa Manuel López Farfán a Sevilla, concretamente al Regimiento de Soria nº 9. La primera marcha compuesta tras su llegada es «La Cruz de arriba» (1920), cuya partitura se encuentra en paradero desconocido.

En 1921 ve la luz «El Refugio de María», marcha con un trío muy emotivo en el que la percusión toma un especial protagonismo.

Dos años más tarde aparecen «La Victoria de María» y «Nuestra Señora del Mayor Dolor», Farfán incluye un fuerte de bajos, elemento que utilizará posteriormente en «La Estrella Sublime» y otras composiciones, y que se convertirá en algo casi indispensable para las marchas venideras.

El bienio clave 1924-1925: «Pasan los campanilleros», «La Estrella Sublime», «El Dulce Nombre» y «La Esperanza de Triana».

1924 puede considerarse un año crucial. El Domingo de Ramos, 13 de Abril, se produjo un acontecimiento sin precedentes tras el paso de palio de la Virgen del Socorro. Farfán, al frente de Soria 9 estrena en la calle Sierpes «Pasan los campanilleros» (dedicada a la Hermandad de las Siete Palabras), con acompañamiento de voces. La letra de la marcha es obra de su ahijado Raimundo Hernández, basándose en una popular letra de un coro de campanilleros de Castilleja de la Cuesta: La polémica que siempre ha existido sobre su dedicatoria es algo que no tiene lugar, por varias razones.

En el año 1925 también este compositor presenta la marcha Estrella Sublime, dedicada a la Virgen de la Hiniesta.

Martes Santo del mismo año. Otra marcha realmente revolucionaria: «El Dulce Nombre». Con estructura similar a la de «Pasan los Campanilleros», tiene dos particularidades que la hacen aún más especial: por un lado, hay un fragmento cuya melodía la tienen que interpretar unas ocarinas y por otra parte, incluye también en el trío una parte cantada que se repite dos veces.

En la Madrugá de 1925 se estrena otra marcha grandiosa: «La Esperanza de Triana», magnífica composición que también contiene partes con cornetas, aunque de forma distinta a «La Estrella Sublime”.

«La Virgen en sus Lágrimas» es una nueva composición para el año 1926, majestuosa marcha que presenta la particularidad de que carece de introducción; es decir, comienza directamente con el tema principal, dando paso seguidamente al fuerte de bajos, también en el mismo año compuso «La Virgen de la Asunción», una plegaria para banda y coro dedicada a la venerada imagen de Cantillana

Un año después en 1927 compone «Madre de Dios de la Palma» es posiblemente una de sus composiciones más logradas, se reestreno en el año 2003 gracias al esfuerzo del director de la Banda Julián Cerdán de Sanlúcar de Barrameda.

En 1928, el compositor reúne varios fragmentos de las marchas que llevaba compuestas hasta entonces, concibiendo así «El Calvario de un artista», dicha partitura se encuentra en paradero desconocido y está inédita en la actualidad.

Tras un paréntesis de varios años sin componer en 1935 realiza una nueva obra, catalogada como algo más que una marcha- para banda y coro: «La Semana Mayor», subtitulada «Pasión y muerte de Jesús» y dedicada «a todas las Hermandades religiosas y Archicofradías sevillanas» según indica en la partitura original.

Dos composiciones ven la luz en 1938, «La guardia sobre los luceros» e «Impresiones del Jueves Santo». Esta última está escrita igualmente para banda y coro, y describe tan señalado día en Sevilla.

Su última marcha no podía dedicarla sino a la Hermandad del barrio que lo vio nacer: «Cristo de la Salud» (1939). Con esta marcha, cierra con broche de oro su incomparable y amplia obra cofradiera.

Manuel López Farfán falleció en 1944 en San Juan de Aznalfarache. Marcó indiscutiblemente un antes y un después en la evolución de la marcha procesional. Incluso en sus primeras marchas, que se adaptan en gran medida a los cánones de la marcha fúnebre propios de la época.

MARCHAS PROCESIONALES

En mi Amargura, 1896 (El Cristo de la Exaltación en 1906)

Esperanza, 1899

Spes nostra, 1904

Al Santísimo de la Exaltación, 1907

Al Santísimo Cristo del Amor, 1907

La Virgen del Linarejo, 1907

El Ocaso de los Dioses, 1913 (adaptación de la ópera de Wagner en 1848)

Madre mía, 1913 (no confirmada)

La saeta, 1913 (no confirmada)

La Cruz de arriba, 1920

El Refugio de María, 1921

La Victoria de María, 1921

Pasan los campanilleros, 1924 (con letra)

El Dulce Nombre, 1925 (con letra)

La Esperanza de Triana, 1925

La Estrella Sublime, 1925

La Virgen de la Asunción, 1926 (marcha-plegaria con letra)

La Virgen en sus Lágrimas, 1926

Nuestra Señora de la Palma, 1927

Nuestra Señora del Mayor Dolor, 1927

El Calvario de un artista, 1928

La Semana Mayor, 1935 (con letra)

Impresión de Jueves Santo (en Sevilla), 1938 (con letra)

La guardia sobre los luceros, 1938

El Cristo de la Salud, 1939

Marcha Estrella Sublime

La marcha Estrella Sublime fue encargada por un hermano de la Hiniesta, llamado Francisco
Camero González, en la partitura original se lee perfectamente: «A la Real e Ilustre Hermandad Sacramental, Triunfo de la Santa Cruz, Santo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la Hiniesta».La Hermandad de la Hiniesta y el Regimiento de Soria estaban muy vinculados por aquella época. Incluso un alto cargo de dicho regimiento llegó a ser Hermano Mayor de la corporación del Domingo de Ramos.

A modo de curiosidad, el Domingo de Ramos de 1925 la banda de Soria estrenó «La Estrella Sublime» con acompañamiento de violines.

Marcha:  Estrella Sublime

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