MI CRISTO DEL SILENCIO
Del Pregón Oficial de la Semana Santa 2006, Marcos Antonio Galiana Pereira
Muerto, muerto y solo, muerto y solo te han dejado sobre esos maderos, coronado de espinas y con una lanzada en tu pecho. Has quedado solo, solo y abandonado ¿aquí acaba tu historia, Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos?
Y, sin embargo, cuando te vemos ahí alzado sobre esa cruz, Tú reinas más que ningún otro. Tu cuerpo desnudo lleno de ultrajes, tu cuerpo entregado, nos llena de Esperanza al verte. Sabemos que tu historia no acaba aquí, sabemos que Tú, vencedor de la muerte, acabas con la tristeza y que nuestros miedos desaparecen. Que Tú destruirás el templo y lo volverás a reconstruir en tres días. Creemos que Tú, Divino Maestro, eres el Camino, la Verdad y la Vida. La vida que no acaba, la vida que es vida eterna. Y, junto a ti, nazarenos de negra túnica te acompañan ya en el cielo, allí habrá confidencias y hasta risas cuando una guapa señora pelirroja te diga que cómo su gente no hay ninguna y cuando un joven, manojillo de nervios, te diga que se fue demasiado pronto de nuestro lado para estar junto a ti, y hoy su hermano tiene que hablar de él en su pregón porque se lo prometió, y que te han pedido que bajes con ellos hasta aquí sentarte entre el público para no dejarme solo en este día. Mi buena Pilar y mi querido Ramsés sois nuestros ángeles en el día a día, vosotros que fuisteis nazarenos de un Cristo crucificado hoy vestís las ropas de la gloria celestial.
Crucificado Señor, con tu cabeza inclinada sobre el pecho, tus brazos abiertos, tu vida entregada por nosotros. Hay imágenes que no necesitan palabras. Tu cuerpo, hecho pan vivo, repartido entre nosotros cada día sobre la mesa de la Eucaristía es conmemoración diaria de este momento de sacrificio voluntario. La noche es más oscura, las tinieblas envuelven al sol que no quiere ver tu semblante de serenidad. Y para nosotros por siempre, siempre, habrá Esperanza, esperanza en tu Silencio. Mi Cristo del Silencio.
